Final Mundial Sick-3 2024

Considero esto uno de mis mayores logros a nivel personal, no sólo por lo conseguido, sino por todo lo que hubo detrás. Este año fue mi año más complicado en lo personal, donde mi enorme carga de obligaciones, mientras intentaba mitigar el efecto de las lesiones y representar a mi país con el orgullo que nuestra bandera se merece, me hicieron que llegase a un punto complicado a tres semanas de este mundial. No había logrado entrenar con la seriedad de un atleta internacional por la lesión desde hacía muchos meses, había perdido mucho peso y tenía sólo tres semanas para prepararme.
Pero nunca en mi vida había actuado con tanta determinación. Ya había tomado la decisión de tomarme un descanso de competiciones después de esta temporada competitiva y quería dejar mi huella en el freestyle español. Pero pasó lo peor que podía pasar. A tres días de viajar me subió una fiebre de 40 grados de estas que te dejan en cama tiritando y mirándome al espejo veo que tengo unas placas que podían considerarse una civilización entera. Por lo que no quedaba más remedio que recurrir a la famosa Amoxicilina que te deja el cuerpo que parece que todas las horas son las 6 de la mañana después de salir de fiesta.
Cogería en avión a Praga, aunque ya algo mejor que al principio, todavía con algo de fiebre y encontrándome como te encuentras después de un episodio así, y, evidentemente, seguía con la medicación.
Este año el formato de Sick 3 tenía un día de clasificación donde los 5 mejores del mundo clasificaban a una final, que tendría una noche reservada específica para esta. Nada de lo que hicieses el primer día contaba para el día de la final, así que yo tenía un objetivo claro, clasificarme a la final.
La noche previa a la clasificación me retiré a dormir a eso de las 8 de la noche, y tracé un plan por el cuál mi médico de cabecera tendría ganas de sacarme los ojos. Decidí que suspendía el antibiótico para que mi cuerpo al día siguiente no se sintiese con 20 kg de más, y si después recaía pues “que me quiten lo bailao”.
Llegó el día y me levanto de nuevo con fiebre, pero ya como atleta experimentado, hice caso omiso a nada de lo que mi cuerpo decía y desde por la mañana decidí conectar con mi mente, visualicé miles de veces lo que tenía que hacer, escogí mis combinaciones y calenté específicamente para lo que tenía pensado hacer en el escenario.
Comenzaron a salir participantes y el nivel estaba siendo estratosférico, quedaban la mitad de los participantes y, prácticamente todos los grandes habían sacado su combinación a falta, de los 3 españoles (Sergio, Joselito y yo) y otros cuantos que eran claros favoritos para clasificar. Mi calentamiento fue horrible, me encontraba mal y no estaba siendo capaz de sacar nada de lo que quería hacer en el escenario, pero mi turno llegó.
Salí con la convicción de que el destino tenía reservado algo para mí. Y el resto es historia, saqué la mejor de mis dos combinaciones, y puedo afirmar que fue una de las sensaciones más increíbles que he sentido nunca. La sensación de liberación tras haber superado todas las dificultades que Dios me había puesto en el camino, y la sensación de agradecimiento de que Él tenía esto reservado para mí, son difíciles de explicar, pero todavía me emociono de recordarlo.
El resto de los participantes fueron saliendo, y los otros dos españoles consiguieron sacar su combinación para alegría de nuestro país. Finalmente, mi máximo referente (Sergio) y yo, clasificamos a la final como 2º y 4º respectivamente.
Yo ya tenía lo que buscaba, la experiencia de vivir una final mundial, y, sobre todo, una historia de superación que me convertía en una nueva persona desde ese día.
Finalmente, el día de la final no logré traer un podio a España, pero Sergio si lo hizo. No creo que sea conformista decir que ese día no me importaba, quería salir, disfrutar y vivir la experiencia al máximo, sabiendo que me enfrentaba a lo mejor que hay en el mundo en mi disciplina, no perdiendo de vista que soy extremadamente más joven que todos ellos, y tengo muchos menos años de entrenamiento a las espaldas.
Me volví a España sin un trozo de metal, pero con una de las mejores experiencias de mi vida, la cuál dejo aquí por escrito para que nunca caiga en mi olvido.
